Lavado de la cara: el núcleo de un buen régimen de cuidado de la piel


El acto de lavarse la cara es uno de los pasos fundamentales que una persona puede tomar en el ámbito del cuidado de la piel, 



De modo que su lugar como la piedra angular de un régimen de cuidado de la piel no es discutible. Este es un acto básico, que no requiere demasiado esfuerzo ni tiempo para gastarlo, y realmente solo pide que la persona tenga un nivel razonable de destreza manual y acceso a un suministro de agua limpia. Lavarse la cara también es una de las pocas cosas con las que los dermatólogos no se van a disputar, simplemente porque funciona de la manera que debería. Por supuesto, es aconsejable que no sea la única parte de un régimen de cuidado de la piel, pero sí forma un componente integral.


Las personas deben tener cuidado de asegurarse de que sus manos estén limpias antes de lavarse la cara, aunque solo sea porque sería lo lógico. Dado que las personas van a usar sus manos para lavarse la cara, sería sensato asegurarse de que las manos estén lo más limpias posible, para evitar causar daños cuando se supone que la acción está previniendo el daño. Además del agua necesaria, enjuagar las manos con jabón puede ayudar a eliminar cualquier suciedad visible y actúa como una medida preliminar para eliminar las bacterias que puedan estar allí.

El agua caliente no es recomendable para lavarse la cara. Este es un error común, particularmente porque es una cuestión simple confundir el agua caliente con el agua tibia. En realidad, el agua tibia se usa mejor porque abre los poros, permitiendo que el agua fluya y elimine las cosas. El agua caliente puede hacer esto también, pero tiene el potencial de causar daño a la piel, especialmente si la piel es sensible. Algunas personas también recomiendan el uso de agua fría para cerrar los poros después. El uso de agua fría para enjuagar cierra los poros y evita que la suciedad y otros irritantes entren en la piel nuevamente.


Es aconsejable aplicar un limpiador cutáneo entre los tratamientos calientes y fríos, dándole la oportunidad de filtrarse en los poros y hacer su trabajo. La aplicación de dichos tratamientos tópicos en los poros cerrados reduce su potencia, por lo que es aconsejable enjuagar la piel con agua tibia. También son mejores las pequeñas cantidades, especialmente si la piel es sensible. Los limpiadores y otros tratamientos tópicos se usan mejor desde la frente hacia abajo, a menos que las instrucciones especifiquen lo contrario. También se debe tener en cuenta la sensibilidad al limpiador, porque no todos siguen las mismas potencias y fortalezas. En algunos casos, usar cantidades más pequeñas ayuda, pero para otros, cambiar a otro producto por completo es la mejor opción.

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